Con la Venida de la Virgen llegó la luz eléctrica.

   Elche fue, dentro de España, una ciudad avanzadísima en la producción y aprovechamiento de la energía eléctrica, para el alumbrado en primer lugar y, posteriormente, como fuerza motriz para accionar las rudimentarias y primitivas máquinas de finales del siglo XIX. 

   Situación realmente curiosa es que dos hitos trascendentes coincidieran con la celebración de la arribada mariana a las playas del Tamarit. Ello no se dio por casualidad, sino porque los festejos de la Venida de la Mare de Deu tuvieron en el siglos XIX una marcada significación para los ilicitanos que, afortunadamente, vamos camino de recuperar, después de unos quinquenios de auténtica penuria y abulia por parte del pueblo y de sus regidores,

   En este mismo contexto es de agradecer que a las fiestas de la Vinguda se las deje de catalogar como "menores", un adjetivo que en plan minimizante y casi peyorativo se las llegó a adjudicar con escasa fortuna, aunque se afirmara que ello era para distinguirlas de las conmemoraciones de agosto. Cada una tiene su significado, íntimamente interrelacionado, sin necesidad de aplicar a ninguna de ellas una vara de medir tamaños. 

Lucero en la Comunidad Valenciana

   Decía que Elche fue pionera en el uso de la electricidad para obtener alumbrado público y privado y para accionar heroicas máquinas en la industria y mínimos electrodomésticos, como una plancha o un hornillo, en los domicilios. Así fue en efecto: después de que el descubrimiento  de la electricidad y sus aplicaciones despuntaran en Madrid y Barcelona, Elche destacó como primer lucero eléctrico en los límites de la que entonces denominábamos región Valenciana. Aplicó la novedad a la par con Bilbao, que ya resultaba progresista osadía por aquel entonces de finales del siglo XIX. 

   En el plazo de 22 años, la ciudad llegó a poner en pie cuatro industrias generadoras de electricidad y llegó a suministrar fluido eléctrico a Crevillente, Santa Pola y Alicante, a través de alguna de estas cuatro empresas o de Riegos de Levante: en 1889 surgió la eléctrica Ilicitana; 1907, la electromotora, 1908, la Equitativa y en 1911 la Popular. Bebo en las valiosas fuentes de D. Ramón Ruiz, quien fue presidente de la Sociedad Venida de la Virgen y empleado de Codesa y de la hidroeléctrica Española. Se trata de límpidas aguas, dignas de toda confianza. 

   "El día 14 de noviembre de 1889, a las 2 de la tarde, se inician las obras de la fábrica en el Huerto de Pusa, y se proyectó la inauguración del alumbrado para las fiestas de la Venida de la Virgen de aquel 1890"

Oficio de tinieblas

   Hasta el año 1899 para Elche y una parte - solo una parte - de sus 22.234 habitantes imperó el negro oficio de tinieblas, en el sentido de que el alumbrado, como en el resto del planeta, era primario y deficiente: se utilizada el aceite de oliva, el petróleo, las velas y el gas. Los mismo medios que se utilizaron a partir de 1834 para encender algunos faroles, que luchaban, a duras penas, contra la oscuridad en las calles y plazas. Las posibilidades económicas y materiales resultaban tan escasas, que en noches de luna llenas no se encendías aquellos faroles para ahorrar combustible. 

   El extraordinario descubrimiento de la electricidad y sus múltiples aplicaciones se debió al científico norteamericano, Thomas Alva Edison, que nació el 1847 y falleció en 1931. Para ese último año Elche ya había conocido el nacimiento de tres empresas productoras de electricidad, como mencioné. 

   Ilicitanos de mi generación y otras inmediatas hemos conocido la instalación de lámparas extraordinarias en el presbiterio de la basílica para el cántico  de los solemnes maitines que se celebraban la noche del 28 de diciembre, festividad de los Santos Inocentes. Como tantas cosas, también esta norma desapareció y ojala se vuelva a reanudar. Bien, para finales del siglo XIX, es decir, para el 28 de diciembre de 1900 "lució por primera vez en el centro del camarín  de la Virgen un arco voltaico de mil bujías, y se encendió una lámpara pendiente de la ventana de la cúpula, que se abre encima del presbiterio". 

   Por segunda vez, pues, en las agonías de la centuria decimononica los primeros fulgores de la luz eléctrica aún, balbuciente, se centraban en la celebración de la Vinguda De La Mare de Deu, y vale la pena imaginarse el estupor y sorpresa enorme de nuestros ancestros al comprobar que los cirios, con que siempre se iluminaron los templos, dejaban paso a una novedad, "que debería ser cosa, de magos o brujas" y que ponía el impensable caudal de luz donde hasta entonces solo reinó la más absoluta oscuridad. 

   No sabemos que tal luciría aquel maravilloso millar de brujías; pero el solo hecho de verlas encendidas ya supondría motivo sobrado para poder repetir, con Cervantes, el "vive Dios que me espanta esta grandeza y que diera un doblón por describilla, porque a quién nos sorprende y maravilla esta máquina insigne, esta grandeza..." 

   Elche fue un aventajado terreno para la implantación de la energía eléctrica y sus aprovechamientos; los ilicitanos fueron audaces y tesoneros; pero tuvieron el mejor sentido de hacer coincidir el encendido de aquellas bombillas prehistóricas con el engrandecimiento de les festes de la Vinguda de la Verge. A tal Señora, tal honor.  






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